César, Fer, y sus amigos
La semana pasada vino a visitarme César, mi hermano, junto con otros 8 amigos, entre los que estaba mi inseparable compañero de mus, Fernando. En total eran 9 personas (vaya cuadrilla) que vinieron a pasar unos días después de los exámenes de Febrero.
Aunque no conociera mucho a muchos de ellos, lo hemos pasado bien; ellos incluso mejor que yo, dejando atrás toda la rutina de los exámenes.
El primer día les llevé a ver casi todo lo importante que tiene Varsovia: Palacio de Cultura, barrio judío, Ciudad Vieja, Vístula, Palacio del Primer Ministro, etc. Anduvimos mucho, pero nos dio tiempo para ver todo lo que quería enseñarles. Para tener fuerzas para toda la tarde, les llevé a un restaurante típico polaco, y al ver la comida que nos traían se llevaron las manos a la cabeza (a parte de la cerveza de litro que cada uno se metió para el cuerpo). Es una lástima no tener fotos de la comida, fue impresionante.
El segundo día todos se fueron a Cracovia menos César y yo, que ya lo habíamos visitado. Ellos se quedaron a dormir allí para poder ver la ciudad y los campos de concentración, y nosotros nos dedicamos a visitar la ciudad y pasear; como le hice ver a César, Varsovia no tiene mucho para contemplar, pero tiene su encanto. Esos días aproveché para cocinar unos fabulosos pierogis: primero cocidos y luego fritos con cebolla y pimiento y una capa de queso fundido por encima... deliciosos. La cosa fue que, como a César le gustaron los que le había cocinado, llevé al resto a una pierogería a cenar el Sábado, pero allí los dan sólo cocidos y sin queso, cebolla ni pimiento. Además, los pedimos de espinacas, champiñones, repollo, lentejas... vomitivos. Sobraron muchos (menos mal que ahí estaba Diego, alias GURÚ, que engullía todo lo que podía).
Al día siguiente de que ellos vinieran de Cracovia les llevé al Łazienki Park, donde está situada la famosa estatua de Frédéric Chopin, famoso autor polaco, además del Palacio sobre el Agua (aunque en estas fechas es Palacio sobre el Hielo). Después de comer fuimos de nuevo al barrio judío, porque se me había olvidado enseñarles un monumento que conmemora el Levantamiento de Varsovia. Este monumento no aparece en las guías de la ciudad, pero es tan impresionante que merece la pena verlo. Sencillamente: impresionante.
Y si impresionante fue la comida del primer día, celestial fue la comida del último. Ese día no llevé la cámara, pero cuando Santi (uno de los que vinieron) me pase las fotos que hizo voy a escribir sólo un tema para las fotos, porque se lo merecen. Fuimos a un restaurante típico checo que hay cerca de mi casa, y fue la osti*... para repetir, sin duda. A ese restaurante ya había ido con Luis y Eric, pero no pedimos una especie de pinchos morunos que se pidieron muchos el otro día... como una imagen vale más que mil palabras, esperad a que las cuelgue y veréis.
Espero que les halla gustado Varsovia, no quiero haberme currado una visita para que encima no les guste :p Por lo menos, espero que estén contentos con la forma con la que les he tratado. A los huéspedes siempre hay que tratarles lo mejor que uno puede.
Saludos desde los -4º C de la capital polaca.