miércoles, noviembre 29, 2006

Minas de Sal, Cracovia y Auschwitz

El fin de semana pasado tocó visitar Cracovia y sus alrededores (Minas de Sal y el impresionante Auschwitz).

El viaje comenzó el Viernes por la mañana, para estar al medio día ya en las Minas de Sal. Estuvo bien: es curioso lo que hicieron los polacos de aquella zona por una mina de Sal. En ella han hecho hasta una Iglesia, puesto que se pasaban varios meses bajo tierra y tenían sus necesidades. Curiosidades como que los caballos se quedaban ciegos por la salinidad del ambiente, o que hicieron sus propios lagos subterráneos artificialmente.; también que se alcanzan unos 200 metros de profundidad (si mal no recuerdo) y que cada 30 metros tenían que hacer un "ascensor" porque en aquella época no tenían cuerdas que superaran el peso más allá de 30 metros. También es bonito ver cómo la sal tapa los objetos a lo largo del tiempo, como se puede ver en una foto que os muestro. Después de bajar, y bajar, y bajar por largas escaleras y pasadizos, el mejor momento es el final, cuando tienes que subir en un ascensor que da miedo por lo viejo que parece y por lo rápido que asciende.


El Sábado tocó visita guiada por Cracovia. Una guía muy maja nos llevó por toda la ciudad, explicándonos desde el origen de la ciudad, hasta por qué era así hoy en día. Cracovia tiene mucho que ver: el castillo, la plaza del centro, el río, el barrio judío... pero en un día se puede ver perfectamente. Lo más curioso es lo que todavía echan de menos a Juan Pablo II, con fotos en casi todos los lados. De hecho estuvimos en la casa donde vivió cuando era cura en Cracovia.




Sin duda, lo más "bonito" fue el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau. Fue impresionante ver las caras de todos los que fuimos al coger el bus de vuelta para Varsovia. Es el colmo de todos los colmos, aún explicándotelo paso a paso es inconcevible; es digno de cualquier película lo más sádica imaginable. Ver cómo Auschwitz era una máquina perfectamente preparada para MATAR, una obra de ingeniería propia del mismísimo diablo, hace que todo el que vaya no se sienta indiferente al salir.

Te explican cómo llegaban y de dónde los judíos, gitanos y demás gente, a lo que ellos llamaban "La solución final al problema judío". Ver cómo mataban a las mujeres y niños sólo por ser eso, mujeres y niños; ver apenas un palmo alejado de ti sus zapatos, sus cepillos de dientes, sus pelos, la paja donde algunos dormían encima, las celdas, las salas de tortura, sus camas, etc. Es impresionante. Sobre todo cuando la guía te dice perlas del estilo "¿véis la hierba que hay ahora? En aquella época no había, porque los judíos se la comían del hambre que tenían" o "hasta los soldados nazis no se atrevían a entrar por peligro a coger enfermedades" o "en ese espacio de menos de un metro cuadrado entraban 4 personas y estaban de pie varios días sin comer, beber u orinar"... Hay que ir para entenderlo de verdad, y sobre todo por lo que ponía nada más entrar: "The one who does not remember history is bound to live through it again", que dice algo así como que el que no conoce la historia, es propenso a repetirla.

Allí casi nadie habla, todo el mundo observa atónito. Aunque vayas con gente, a todo el mundo le gusta pasear solo por allí. Te quedas solo y miras sus camas, cómo en un espacio reducido dormían 5 ó 6 personas, o imaginándote el tren llegando con los vagones llenos de personas (había gente que moría en el vagón por asfixia). Incluso puedes fijarte en las fotos originales que hay en determinados sitios, y ver que hace apenas 60 años había alguien sufriendo en el mismo sitio donde tú te encuentras ahora. Ver miles de caras de hombres, mujeres y niños, y las fechas de llegada de cada uno de ellos y de salida (es decir, de muerte), y fijarte en que muchos no duraban ni un mes allí.

Es imposible describirlo, hay que visitarlo. Os he intentado explicar lo que sentí, pero multiplicadlo por 10.

Un saludo chavales, en breves estoy.




jueves, noviembre 23, 2006

Fin de semana en L'viv (Ucrania)


L'viv (Львів, actual nombre oficial en ucraniano, Львов L'vov en ruso, Lemberg en alemán , Lwów en polaco) es una ciudad de 800.000 habitantes, la segunda más grande del país si no me equivoco. Situada al Oeste, ha sido desde siempre un importante nudo de comunicaciones, de ahí la gran diversidad de culturas (por ejemplo, es sede del arzobispado católico, ortodoxo ucraniano y ortodoxo armenio). Hasta el año 1991 perteneció a Polonia; por eso la gente habla, además de ucraniano, polaco, y no es nada extraño ver banderas polacas por la calle, a pesar de que han estado en guerra los dos países mucho tiempo. Ahora, según nos dieron a entender, son más o menos amigos (de hecho, aspiran a organizar la Eurocopa del 2012 juntos).

Partimos hacia allí desde el edificio de la Politécnica a las 21.00 del Viernes. Polonia no tiene buenas carreteras (sólo dos o tres autovías para todo el país) pero comparando con la red de Ucrania, mejor no quejarse. Lo más curioso de la primera parte del viaje fue cómo los polacos hacían botellón en el autobús. Según nos dijeron, debe ser muy común tajarse para luego dormir. Estos polacos son cojonudos. De hecho, justo antes de subir al autobús nos dijo el jefe: "Podéis beber, pero no más de media botella de vodka que igual los de la frontera se ponen duros y no os dejan pasar."

Sobre las 4 a.m. llegamos a la frontera; sin duda fue lo peor. Cerca de 3 horas parados sin hacer nada, dando los pasaportes un par de veces (para la Unión Europea y para Ucrania) y esperando a que los comprobaran. No pusieron ninguna pega y, después de firmar una declaración jurada o no sé qué leches diciendo que íbamos como turistas y que marcharíamos en dos días en el mismo autobús en el que entramos, pudimos reanudar el viaje.

No sé si fruto del sueño, fruto de la desesperación o qué, que fue pasar la frontera y notar la miseria del país. Carreteras nacionales que son como comarcales españolas, casas sin cuidar, coches antiquísimos... y sólo era la primera impresión. Como muchos de vosotros sabéis, tengo una facilidad enorme para dormir en los autobuses, así que lo siguiente que recuerdo es estar ya en L'viv. La verdad es que por el camino no debía haber mucho para ver.

Una vez allí, recogimos a dos chicas que serían nuestras guías (una lo diría todo en polaco, y la otra en inglés para los Erasmus). Dimos unas vueltas por la ciudad con el autobús, y bajamos a ver la catedral; bonita catedral pero, como la de León, ninguna... Después fuimos a un cementerio. Obviamente estaba lleno de lápidas; lo curioso era que las esculturas que había sobre ellas eran dignas de estudiar. Muchos estilos, algunas muy grandes, otras muy bonitas, otras muy extrañas, etc. En ese cementerio se solía enterrar a la gente importante del país.

Después de comer dimos una vuelta por el centro con nuestra guía, y luego fueron algunos a la ópera (otros aprovechamos para dormir la siesta). Una vez dado el paseo de rigor y cenado, nos fuimos a la mejor discoteca de la ciudad. Cerca de 5 € costaba la entrada, pero dentro era el paraíso. Estuvimos hasta las 2 o así, y por ello sólo me tomé un agua y una cerveza. Me clavaron la impresionante cifra de... 1.70 €!!! Increíble :D

Al día siguiente fuimos a dar otra vuelta con la guía, y después nos dejaron tiempo libre, que aprovechamos para dar unas vueltas por ahí. Yo por ejemplo estuve un rato con Santiago alejándonos un poco del centro para ver cómo era la ciudad de verdad, no la turística. La pobreza nos invadió, no como en un pueblo del Congo, pero sí como España después de la Gerra Civil (por poner un ejemplo).

Una imagen vale más que mil palabras, así que voy a poner algunas fotos para que entendáis mejor todo lo que hice el fin de semana en Ucrania:


- En la catedral hay una copia de la Sábana Santa de Turín (aquélla que no vimos cuando estuvimos de Interrail...):


- El teatro para la ópera, edificio muy parecido al de mi universidad:


- Máquina muy curiosa de café o algo por el estilo, en el que el vaso está sujeto por una cadena y todo el mundo bebe de él. Para lavarlo, se le echa un chorro de agua:


- Taller mecánico al más puro estilo Commandos... fijaos en los vehículos:

- Volveros a fijar en los vehículos. El de atrás es el de la policía, y el de alante quizá el mejor autobús público que vi en la ciudad (el resto eran minibuses todo roñosos):


- Pues un carro de estos en una plaza céntrica... no sé yo qué pintaba. Les deben sobrar:


- Aquí está una de las calles del centro. Yo estoy de cuclillas porque allí la gente, si tiene que esperar, se pone así. De hecho vimos gente de cuclillas tomándose una cerveza en la calle. Qué cosas más raras:


- Fachada del hotel donde estuvimos, en pleno centro. Por dentro también parecía muy lujoso, aunque las habitaciones no eran de mucho nivel (sin ser malas):


- Después de andar un cacho y de subir un monte, pudimos ver la ciudad desde su punto más alto. Antes era una colina más baja, pero que la aumentaron en honor a los muertos en la guerra o algo así:


- En el cementerio que os comenté, había un sitio exclusivo para los muertos en una de las guerras entre Polonia y Ucrania. Lo más impactante (para mí) no fue la cantidad de gente que murió de los dos bandos, sino la edad de algunos de ellos (vi uno de 15 años...). En el cementerio había soldados ucranianos y polacos, indistintamente.


- Y esta es la parte normal, con lápidas puestas irregularmente en todo el terreno. El cementerio es inmenso, no recuerdo las hectáreas que nos dijeron, pero muchas.


- Y aquí una foto del grupo Erasmus que fuimos (ahí seguíamos en el cementerio):


- Como podéis ver, no todo es el lujo del centro, aunque esta calle estaba justo al lado:


- Conclusión: otro territorio más conquistado para el Reino de León:

jueves, noviembre 16, 2006

Mi fiesta de cumpleaños

El martes por la noche organicé junto con los compañeros de mi residencia una pequeña fiesta con motivo de mi cumpleaños. A ella asistió muchísima gente: los Erasmus con los que más me llevo, otros de otras residencias, polacos de la mía, otros que se acoplaron, etc. Al final seríamos unos 35-40, los suficientes para que se montara gorda.

La fiesta empezó a eso de las 11 (muy tarde para los polacos, pero era una fiesta española). Hicimos tortillas, preparamos sandwiches, cacahuetes, galletitas saladas... lo típico. Particularmente la tortilla gustó muchísimo, sobre todo a los polacos allí presentes.

La música fue todo un acierto; no porque yo eligiera las canciones (porque si por mí hubiera sido, hubiera metido más de lo que a mí me gusta) sino por los altavoces que Radek (mi padrino, mi mentor, mi padre en Polonia) me prestó. Son altavoces de discoteca, así que imaginaos la que se armó. La habitación parecía una discoteca.

La fiesta acabó a eso de las 4.30, estando yo muy muy cansado (estuve todo el rato pendiente de que todo estuviera en su sitio, puesto que yo era el que lo organicé). Al día siguiente tocó la correspondiente limpieza (del pasillo y de la habitación). Otro coñazo, pero había que hacerlo.

Yo creo que la fiesta salió bien, y que la gente lo pasó bien, que es lo más importante. Los 21 años se lo merecían.

Aquí tenéis alguna fotilla más:





Estos son Radek y Justyna, papá y mamá aquí en Polonia. Sin ellos, nada podría haber sido tan fácil; me han ayudado y me están ayudando en todo lo que pueden. Son dos pedazos de pan. (Y me regalaron una camiseta de Polonia, qué majos ellos).



Y, por supuesto,

FELICIDADES, CÉSAR ;-)


jueves, noviembre 09, 2006

Crónica de una muerte anunciada

Mucho tiempo conmigo, casi 2 años, pero me he desprendido de él. Muchas historias y momentos vividos, algunas veces buenos y otras veces malos, pero siempre me estuvo acompañando.

Él y yo sabíamos que nuestra relación se acabaría tarde o temprano, porque aunque fuera muy bonita, siempre supimos que tenía fecha de caducidad, no sería para toda la vida. Aunque él me gustara mucho, y yo a él, sabíamos que nos estábamos haciendo daño el uno al otro, sobre todo yo a él; le estaba estropeando. Por eso decidí dejarlo, más que por mí, por él, puesto que no se merecía el daño que le estaba haciendo, sobre todo ahora en invierno poniéndome el gorro.

Me he cortado el pelo. Ya soy consciente de lo que hice unos días atrás. La máquina de Ricardo (uno de los dos italianos) fue mi verduga, aunque fue perfectamente ejecutada por Eric y Chechu. Se acabaron los rizos, llegó el pelo de antes: comodidad, gorros sin importar despeinarse, secado rápido...

Al verme al espejo veo a mi hermano, no me veo a mí mismo. Os extrañará, pero es la verdad; soy César en estos momentos. Habrá que buscar de nuevo la personalidad.


Secuencia de los hechos:


-Eric empezando el trabajo; yo sufriendo:


-Eric con la maquinilla, Chechu con las tijeras:


-Eric pasándoselo bien a costa mía:


-Por detrás...


-Chechu finalizando:


-Lo que te hecho de menos...


-Resultado final:

viernes, noviembre 03, 2006

Llega el frío de verdad


Los 0º que hizo hace unos días eran la clara muestra de que el invierno estaba entrando ya por la puerta de casa. Los 7-8º que alcanzamos al día siguiente me hicieron pensar que todavía quedaban varios días para el frío de verdad, pero nada más lejos de la realidad. Hace 4 días, -2º a las 11 de la noche, y durante todo el día rondando 1º ó 2. Y ayer, la primera nevada; la nieve no nos dejará hasta Abril, por lo menos.

Ahora mismo (noche cerrada desde hace un rato) son las 16.55 y hace -2 grados, así que según pasen las horas alcanzaremos más frío aún. Gorros, bufandas y guantes ya son los compañeros inseparables de toda la gente, veremos qué se ponen cuando alcancemos los -10 ó -15 que puede hacer un día normal en Varsovia en pleno invierno, o los -30 que pueden llegar a tener en un invierno frío. Radek me comentó que con -30 ya tenían frío de verdad, que era algo inusual, pero que algún año pasaba (ayer por la noche, bajo cero, un polaco paseaba al perro en manga corta).

A ver si me compro unas botas porque creo que las voy a necesitar; y bueno, algún calzoncillo de esos que llegan hasta las rodillas porque las piernas se quedan tiesas.

Saludos gélidos a todos mis fieles lectores :-p